El término griego “keramikos”, traducido como “sustancia quemada”, dio origen al concepto global de la cerámica. Comprende la esencia de los métodos y productos empleados para el desarrollo de una disciplina que, en sus inicios, tuvo un valor netamente utilitario, pero con el tiempo se convirtió en una de las expresiones artísticas más importantes de la historia, dado sus múltiples acabados: loza, terracota, porcelana, fayenza, terracota vidriada y más…
Técnicamente, la cerámica es definida como el arte de fabricar objetos de barro o porcelana. Pero la evolución de sus técnicas, le ha permitido incluir otros materiales cerámicos capaces de moldearse a temperaturas de más de 900 grados. Y, con ello, ampliar el campo de acción de una disciplina capaz de ofrecer mucho más que vasijas, vajillas y objetos decorativos.
Décadas de estudio han demostrado que a través de la cerámica es posible obtener una gran diversidad de piezas robustas y resistentes al desgaste, la corrosión y la compresión. Mismas que han sido de gran aprovechamiento en las diferentes industrias y en la medicina.
La cerámica contempla el uso de polvos o pastas que se suelen amasar o moldear. Gracias a ello se obtienen piezas de diversos tamaños y formas que luego se “cuecen” a altas temperaturas, para desarrollar rigidez. Con frecuencia se emplean productos sólidos inorgánicos como alúmina, óxidos metálicos, sílice y caolín, entre otros, para incrementar las propiedades físicas y químicas que la caracterizan. Algunas de estas son:
Se cree que el origen de la cerámica data del período neolítico (12.000 a.C), con la creación de recipientes para el almacenamiento de agua y alimentos. No obstante, se han hallado rastros de figuras humanas y animales, que datan del paleolítico superior (año 24.000 a. C) que hablan de un uso primitivo de esta disciplina. Las piezas elaboradas para entonces, eran secadas al sol o alrededor del fuego, para ser usadas en rituales ceremoniales.
Resumir la historia de la cerámica es complejo, por tratarse de un arte estrechamente relacionado con la historia de todos los pueblos del mundo. La teoría de un posible inicio en el período neolítico ha cobrado fuerza con el paso de los años, haciendo mención a una cerámica rudimentaria, completamente elaborado a mano, y con fines netamente utilitarios.
Un ligero progreso se manifestó en la Edad de los Metales, cuando comenzaron a aparecer cuencos y ollas ovoides, decoradas con pequeñas figuras geométricas, siluetas de aves, huellas dactilares y sutiles matices obtenidos con tierras coloreadas. Como representación icónica de este período se menciona a la famosa “Venus”, ideada como símbolo de fecundidad.
Concretamente en Egipto, en el antiguo reino de Tebas y Beni-Hassán, pudo haberse gestado el llamado torno cerámico, para dar forma a copas, platos, collares, vasos y otras piezas que eran enterradas con sus muertos. Destacó también el uso de óxido de cobalto para conseguir apariencias esmaltadas, además de los icónicos escarabajos azules.
Con una visión un tanto más futurista actuaron las civilizaciones del Próximo Oriente (Babilonia, Caldea y Asiria), en la Mesopotamia. Además de vasijas, crearon ladrillos para levantar edificios de carácter civil y religioso. Muchos de ellos decorados con una pasta silícea pintada, que generaba un esmalte vítreo muy lindo y singular.
Los avances continúan…
El enfoque de los griegos fue más decorativo. Sus figuras rojas sobre fondo negro eran serigrafiadas con un punzón durante el procesado de secado, y favorecieron muchísimo el comercio. Parte de sus aplicaciones fueron heredadas a los romanos, quienes afianzaron el desarrollo de la “cerámica sigillata”, en la que se identificaban las piezas de cada alfarero, y se diseñaban vasijas de figura esbelta, cuello alto, terminaciones en punta y asas laterales.
En esencia cada civilización hacía lo propio para adentrarse en este arte e incorporar rasgos o usos peculiares. Así en Arabia añadieron azufre, plata, cinabrio, sulfato y otras sustancias para conseguir reflejos metálicos, así como tonos marrones-violáceos que resaltaban las incisiones y perforaciones que embellecían cada una de sus creaciones.
Los chinos no se quedaron atrás. De hecho, pudieron ser los primeros en usar el horneado, experimentando progresos notorios en materia de decoración. Explotaron al máximo el turquesa en dibujos de dragones, aves, peonías y más… La corriente se fue extendiendo a Cora, Japón, Persia y la Península Ibérica, suscitando diversas modificaciones en cada paso. Una vez introducida en Europa, desde Mallorca, se trasladó a Sicilia y toda Italia. Pero el proceso de expansión ha ido más allá. Tanto, que actualmente no hay un rincón del mundo que no goce de la belleza y funcionalidad de la cerámica.
La incorporación de materiales y el desarrollo de técnicas cada vez más innovadoras, permiten hablar hoy en día de diferentes tipos de cerámica. Los más conocidos son:
Otras clasificaciones hablan de la existencia de las siguientes variantes:
La base para la elaboración de cerámica es la arcilla. Según el tipo de pieza se emplearán diversas técnicas y materiales. Para las aplicaciones básicas se suele utilizar una mixtura de agua, sílice, plomo, estaño y óxidos metálicos. Una vez elegidas las sustancias, se muelen hasta obtener la consistencia deseada, se introducen en el molde y se someten a la prensa estática para luego cocer a altas temperaturas. En procesos caseros se suelen realizar moldeados a mano o con torno.
En la lista de implementos necesarios para la obtención de un buen acabado destacan los palillos para moldear, vaciadores, piezas para esculpir, preferiblemente de metal, cortadores de barro, pinceles, marcadores, compases de escultor…
La porcelana, al igual que la cerámica, se elabora con arcilla y otros materiales naturales. Ambos requieren de altas temperaturas para la obtención del producto final, pero a pesar de sus marcadas similitudes, se diferencian por estos pequeños detales:
Básicamente, la arcilla, barro o lodo es producto utilizado para obtener piezas de cerámica, tras un proceso de “cocción” de más de 600º. Si la arcilla se seca, es posible volver a su estado inicial incorporando un poco de agua. Pero cuando ésta se ha transformado en cerámica, no hay forma de retroceder.
La importancia de la cerámica se centra en diversos ámbitos:
Incontables son los lustradores, diseñadores, artistas, artesanos… que han convertido la cerámica en su principal recurso de trabajo. La cantidad de piezas con reconocimiento mundial también son innumerables y algunas de las colecciones más emblemáticas han engalanado las sedes de los siguientes museos generales:
Castro, Laura. (2021). Cerámica. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/ceramica/