Bello y refinado, así es el pato mandarín. Una especie de ave anseriforme que se ha ganado un sitial de honor en importantes parques naturales del mundo, por su fina estampa y sus vivaces colores. Sin duda, un animal que vale la pena conocer y admirar.
Se estima que el pato mandarín es oriundo de Siberia, Japón y China. Actualmente se puede hallar en casi todos los continentes, principalmente en Europa y Asia, donde hay reservorios preparados para su reproducción y avistamiento. Conocido científicamente como Aix galericulata, es considerado uno de los patos más bellos del mundo, por su elegancia y vibrantes matices. Naciones como Japón y China, lo mantienen como símbolo del amor y los obsequian en matrimonios de personas influyentes, como augurio de felicidad.
Entre los datos taxonómicos del pato mandarín se pueden citar:
Que este animal sea objeto de la codicia y admiración de colecciones y aficionados de la fauna en el mundo, no es simple casualidad. Además de delicado, hermoso y distinguido, ostenta tonalidades especialmente llamativas y exuberantes. Cada rasgo es digno de contemplar. Y para muestra una recopilación de las principales características del pato mandarín:
La alimentación del pato mandarín varía según el hábitat y la época del año. En estado silvestre se nutre de plantas acuáticas y terrestres. Aprovecha el amanecer o el atardecer para saciar su apetito con semillas, frutos secos o plantas de agua. En el otoño y el invierno disfruta de los granos y las bellotas, mientras que en la primavera suele optar por insectos, peces y caracoles.
Estando en cautiverio su menú varía un poco. Los especialistas sugieren proveerle de una mezcla de salvado, harina de pescado, puré de patatas y zanahorias, y otros productos similares a los que se le añaden vitaminas especiales. Por lo general, la comida es servida en platos planos, muy cerca de los bebederos, para que puedan hidratarse y evitar atragantamientos.
Si son bebés se les suele dar gusanos, lentejas de agua y ninfas de hormiga, en trozos muy diminutos para facilitar su digestión. En cualquier caso, el pato mandarín tiende a dejar escombros de comida que es importante limpiar a diario para que no se produzcan contaminaciones, ni proliferación de bacterias que puedan alterar su estado de salud.
Se dice que el pato mandarín es un ave migratoria en su punto de distribución. Hace muchos años estuvo presente en toda Asia oriental. No obstante, la caza furtiva y la destrucción de hábitat, contribuyó a la reducción de sus poblaciones en naciones como China y Rusia.
En Japón se ha logrado mantener un poco la proliferación de la especie. Pero sin duda, el inicio del siglo XX marcó el inicio de una etapa de reducción de ejemplares a nivel mundial, debido a la huida en manos de coleccionistas, siendo Inglaterra y Finlandia dos de las entidades más afectadas.
Hoy en día se calcula la presencia de unos 66 mil individuos. Algunos presentes en Europa, Estados Unidos y China, siendo en este país un ave de carácter sagrado. De allí la necesidad inminente de custodiar sus reservorios y aplicar estrategias que garanticen su reproducción.
Al pato mandarín se le suele ver en áreas boscosas y densas, en la cercanía de lagos, carchas o lagunas de escaza profundidad. Quienes logran adquirirlo para su cría en cautiverio, deben mantenerlo en estanques de no menos de cuatro metros cuadrados.
Durante el invierno y la época de apareamiento, es preciso mantenerlos en parejas y, por ende, proveerles de un espacio mucho más amplio y cómodo. Lo conveniente es que se trate de una jaula especial, con cimientos fuertes, buen techado, laterales seguros y eficientes sistemas de desagüe.
Al pato mandarín se le puede ver en el suelo o en el agua. No suele relacionarse con otros patos, pero sí tiende a formar pequeños grupos de individuos de su misma especie, principalmente en el invierno. Si hay árboles cerca de la charca, laguna o lago, realizan agujeros para anidar. El macho se distingue de otras especies de su tipo, por acompañar a la hembra después de la eclosión de los huevos e incluso colaborar en el cuidado de las crías.
Si se sienten en peligro, los machos emiten un silbido alborotador, y las hembras un graznido más apagado, pero igual de perceptible en la distancia. Su desenvolvimiento en el agua es mucho más fluido. De hecho, es allí donde se “esmeran” por lucir su porte y elegancia. Con su cuello erguido y su delicado desplazamiento, ganan elogios y captan miradas.
En el proceso reproductivo del pato mandarín destacan los siguientes datos:
Mayormente, el pato mandarín se desplaza a nado en ríos boscosos, lagunas o lagos. Es común verlo “sentado” en lo alto del agua, con su cola ligeramente alzada. No suele zambullirse y, en ocasiones, emprende un vuelo rápido, de fácil despegue y, generalmente, en línea recta. Cuando eso sucede, sus radiantes colores embellecen el paisaje. De allí que este animal sea criado en diversos parques como ave “decorativa”. Cuando le apetece, también se posa en las ramas de los árboles, y en acantilados.
Es a los 45 días de su nacimiento se siente preparado para empezar a volar. Con cierta independencia se retira de la zona del nido, en búsqueda de una bandada, que puede estar integrada por 100 ejemplares.
Un pato mandarín puede vivir hasta 20 años. Es tan hermoso, que su domesticación se ha vuelto costumbre en muchos lugares del mucho. Se le considera un animal sociable, capaz de estrechar vínculos con su cuidador. En la cultura china, particularmente, el pato mandarín es símbolo de lealtad. A las parejas de enamorados, se les suele identificar con dos patos mandarines jugando en el agua. Con frecuencia se les recrea en salones de bodas, como señal de dicha y fidelidad en la futura unión. Y, como se ha dicho antes, son muchos quienes la crían como ave ornamental.
Castro, Laura. (2021). Pato mandarín. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/pato-mandarin/