Nuestro planeta Tierra está envuelto por un campo magnético. El origen está relacionado a las llamadas corrientes eléctricas que surgen en el núcleo planetario. Este magnetismo ocasiona que en el espacio exterior se forme una capa denominada magnetosfera. Esta fuerza que atrae y repele materiales resulta vital para quienes habitamos este mundo. Por ello es imprescindible conocer sus funciones, estructura y composición. La magnetosfera no solo está presente en la Tierra, sino que también se halla en otros planetas del sistema solar como Saturno, Mercurio o Júpiter, aunque con características propias en cada uno.
La magnetosfera es la capa más externa y también la más amplia de la atmósfera de la Tierra. Limita con el espacio y está llena de energía magnética, es decir una fuerza que puede repeler o atraer materiales. De allí que sea la encargada de actuar como un escudo contra la entrada al planeta de partículas dañinas que circulan en los vientos originados por el sol.
La magnetosfera simula una especie de burbuja potente que cubre la Tierra y funciona como una especie de escudo de protección contra lo que podríamos llamar “basura solar”. Del astro rey se desprenden partículas que de llegar a pasar la atmósfera libremente, impedirían la vida en el planeta. Aunado a ello destaca el bloqueo que ejerce contra los rayos iónicos que se originan en el espacio y que también son mortales.
Igualmente, repele otros materiales cósmicos destructores y evita que la atmósfera sea erosionada por los vientos solares. Como si fuera poco, esta envoltura magnética permite que los humanos podamos orientarnos en el espacio a través de sus polos. Incluso, ciertos animales también hacen uso del magnetismo que genera para su ubicación espacial.
Otra función importante de la magnetosfera es que gracias a ella aparatos como los satélites, radares, ondas radiales y redes comunicacionales funcionan adecuadamente y sin interrupciones. Es decir, sirve de coraza para que se den avances tecnológicos.
El descubrimiento de la magnetosfera data del año 1958 cuando se lanzaron al espacio los Exploradores científicos I y II. Para entonces se apreció el denominado “cinturón de radiación” y se descifraron algunos eventos magnéticos y eléctricos entorno a la Tierra. Un año después, el catedrático estadounidense Thomas Gold nombró como magnetosfera a ese magnetismo que rodeaba al planeta.
Sin embargo, desde mucho antes estudiosos de los fenómenos terrestres ya intuían la existencia de dicho campo magnético. Creían que la Tierra era un imán enorme, de allí explicaban la invención de la brújula (Norte y Sur) en el año 1000 en China. En el año 1600 se habló por primera vez de los “polos magnéticos” y en 1830 se crearon observatorios en diversos lugares del mundo. Aún hay mucho por descubrir. Por ello la NASA ha creado misiones para su estudio, como la “Magnetospheric Multiscale Mission” lanzada en 2015, entre otras.
La magnetosfera se halla a unos 100 mil km de la Tierra. Es la capa más lejana de la atmósfera. Es permeable. Es decir, regularmente los vientos solares llegan hasta ella lo que la obliga a reestructurarse. A veces se generan pequeñas grietas que se abren y cierran rápidamente. La mayoría de estos agujeros son pequeños y no duran mucho tiempo abiertos, por lo que en términos generales la capa es estable. Su magnetismo es ordenado.
La energía absorbida por la magnetosfera, producto del viento solar, es liberada con explosiones (tormentas geomagnéticas).
Su acción es la de una coraza que repele agentes dañinos para la atmósfera.
Contiene plasma ionosférico. Dentro de ella hay varias divisiones. Las partes más grandes originan la plasmosfera y a su vez los “cinturones de Van Allen” (zonas con gran cantidad de energía).
Interiormente la magnetosfera no abarca los polos y su estabilidad es relativa. Su tamaño varía. Cuando la acción solar es más potente se comprime. Igualmente, el contenido de los iones se transforma.
Científicos del Observatorio Dyer de la Universidad Vanderbilt, en Estados Unidos, identificaron una nueva zona en la magnetosfera que consiste en una «capa de plasma caliente». El área ocupa tres cuartas partes de la Tierra, se nutre de todo el planeta y es “alimentada” por materiales de poca energía.
La magnetosfera tiene una hoja de plasma caliente y gruesa centrada en su cola. El plasma tiene movimiento y varía en cuanto a la cantidad energética, su densidad y dirección. La lámina plasmática posee electricidad que fluye a los lados. La cola posee bultos provistos de campos magnéticos que señalan hacia nuestro planeta, específicamente al norte del Ecuador.
Entre los fenómenos más visibles que ocurren por la acción de la magnetosfera están las auroras boreales (norte) y australes (sur). Estos se dan cuando el sol y la magnetosfera se conectan. El astro rey produce erupciones y parte de estas eyecciones colisionan con la capa magnética. Nosotros solo podemos ver parte de este choque en forma de bellas luces en el cielo.
Las llamaradas que se generan tras el choque también pueden ser peligrosas. De ellas se desprenden partículas que-al traspasar el escudo que brinda la magnetosfera-generan las tormentas magnéticas. Estas tormentas interfieren en las redes de telecomunicación e inclusive colapsan sistemas eléctricos.
Un caso documentado fue ocurrido en 1989, en la ciudad de Quebec, en Canadá. El fenómeno provocó un apagón que dejó sin el servicio a unas seis millones de personas. También existen referencias de una tormenta magnética que en 1959 ocasionó la falla mundial del sistema de telégrafos.
Si no existiera la magnetosfera la vida que hoy conocemos sobre la Tierra no sería posible. Esta capa resulta imprescindible para el desarrollo de los seres humanos, animales y plantas. Las radiaciones iónicas devastarían todo a su paso, los rayos ultravioleta del Sol y todas la “basura” cósmica que se genera en el espacio llegaría al suelo causando gran devastación.
Muchas predicciones apocalípticas, como la que se esperaba en el 2012, están relacionadas con la acción directa del Sol sobre los humanos. Incluso, en esta última se hablaba de una inversión de los polos magnéticos, como causa de una destrucción masiva de la Tierra.
Científicos estudian cada vez más la estructura y funcionamiento de esta cobertura energética para prevenir males mayores. Ya es evidente que se producen grietas en ella, pero si estas se tornan más grandes podrían colapsar los sistemas modernos de comunicación satelital. Un retroceso significativo para la humanidad.
Literalmente, en Marte no existe una magnetosfera. Es por ello que el planeta rojo resulta un ejemplo palpable de cómo sería la Tierra si no contara con ella. Suelos áridos, ausencia de agua, vegetación y vida son las consecuencias irremediables.
Sin embargo, se estima que en Marte si existió esta capa, pero que desapareció hace unos 4,2 mil millones de años. Actualmente, tras exploraciones realizadas por departamentos espaciales se ha determinado que hay una especie de campo magnético que le envuelve. Este campo contiene plasma generado del sol.
Con características muy particulares y que la ciencia aún trata de desentrañar, las investigaciones que hasta la fecha han sido efectuadas por rusos y estadounidenses, indican que alrededor del planeta rojo existen filamentos de plasma conectados a hilos magnéticos, lo que le da magnetismo a su entorno.
Aunque no se ha podido estudiar tan de cerca como en Marte, desde estaciones espaciales y exploraciones fuera de la Tierra, se han podido establecer análisis que indican que en Saturno existe una magnetosfera.
Esta envoltura magnética al parecer no es muy grande, pero tiene cabida para abarcar a todas las lunas que le circundan. El dinamismo es mucho menor que el terrestre. Adicionalmente, se sabe que cuenta con cinturones de radiación en sus campos de energía que emiten ondas radiales. Con la emisión de estas señales ha sido posible su estudio.
Su forma y estructura no están definidas, pero se cree que es muy parecida a la de Júpiter. Los anillos que tiene afectarían la dinámica de las partículas que contiene. Visto desde el espacio Saturno irradia una hermosa aurora generada por su magnetosfera.
Su magnetosfera aún se halla en estudio, pero se sabe que es una de las más pequeñas y menos dinámicas. Asimismo, se ha determinado que posee cinturones de radiación en sus campos magnéticos encargados de emitir ondas de radio que han permitido su estudio desde el espacio.
Castro, Laura. (2019). Magnetosfera. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/magnetosfera/