Ardilla voladora
Las ardillas son pequeños animales roedores que se encuentran casi en cualquier parte del mundo. Sin embargo, pocas se asemejan a la sorprendente ardilla voladora. Este tipo de roedor, científicamente llamado Pteromys volans, es una variedad de la familia Sciuridae. Corresponde a la estirpe de las ardillas comunes, con las cuales guarda un impresionante parecido, tanto en su aspecto físico como en su manera de vivir.
Los Pteromyini son una casta de roedores esciuromorfos de la raza Sciuridae definidas ordinariamente ardillas voladoras. En verdad, son excepcionales. Poseen una membrana de piel entre las extremidades que les permite recorrer largos trayectos donde habita, planeando de un árbol a otro.
El término de voladoras es exiguo y engañador, porque realmente no vuelan, sino que planean. Y aunque el planeo es considerado un tipo de vuelo, es un vuelo no activo. Esta ardilla tiene una permanencia de vida de aproximadamente 6 años, en un medio natural. Las que se encuentran en cautividad pueden vivir de 10 a 15 años.
La discrepancia entre los tiempos se debe a que son presa importante de ciertos depredadores tales como los reptiles arborícolas, lechuzos nocturnos, hurones, mapaches, coyotes y gatos domesticados.
La clasificación taxonómica de la ardilla voladora quedó determinada de la siguiente forma:
Corporalmente esta ardilla es bastante pequeña. Llega a medir, ya adulta, unos 20 cm de largo, sin incluir su cola. Logra pesar unos 150 gramos. Las orejas son chicas y sin mechones de pelo. Sus ojos grandes y negros le son bastante convenientes, ya que la ardilla voladora es muy activa durante la noche. Este comportamiento, la hace requerir de una buena vista para localizar su alimento.
Su cuerpo está bordeado lateralmente por un fuelle o membrana de piel cubierta de pelo llamado patagio. Está ubicado entre los dos pares de extremidades y puede ampliarse como un paracaídas. Esto le permite ejecutar vuelos planeados de hasta 35 metros.
La porción delantera de la membrana la sostiene un espolón cartilaginoso que se inicia en las articulaciones de las manos. Y no obstante que parezca que son dos capas de piel, posee un delgado estrato de músculos. Así, estas ardillas pueden alterar la curvatura del área planeadora y variar sus rasgos aerodinámicos. También para guiar su vuelo usan su cola frondosa como timón.
Apenas antes de posarse en un árbol, ponen su cuerpo en estado vertical, de forma que es bastante improbable que alguna vez se desplomen al suelo. Esta nocturna criatura apenas llama la atención, pues se desplaza en silencio entre los árboles.
Las ardillas voladoras son mamíferos de hábitos nocturnos, muy sociables, han sido observadas volando y forrajeando en numerosos grupos. Frecuentemente, se agrupan en sus guaridas, en especial cuando las temperaturas disminuyen, con la intención de conservar fuerzas.
La acción de volar llama mucho la atención. Ellas se lanzan usando el patagio, desde la cúspide de los árboles. Este movimiento puede iniciar con la misma carrera o desde una colocación estacionaria. Sitúa sus extremidades debajo del cuerpo, retrae su cabeza, y luego se propulsa desde el árbol.
Puede que hagan uso de la triangulación para evaluar el trayecto al área de aterrizaje puesto que a menudo se ladean y voltean de lado a lado antes de lanzarse. Una vez en el aire, forman como una equis con sus extremidades. Extienden sus largos brazos hacia adelante y afuera y sus largas piernas hacia atrás y afuera.
Operan con gran eficacia en el aire, justo antes de llegar a un árbol, levantan su cola, que abruptamente cambia su trayecto hacia arriba. Apunta sus extremos hacia delante y crea un resultado de paracaídas que reduce el choque del aterrizaje. Las ramas absorben el resto del impacto. Al aterrizar, las ardillas corren prestamente a otro lado del árbol, para evitar a cualquier depredador.
Las ardillas voladoras son omnívoras, de allí que pueda consumir usualmente de todo. Sin embargo, su alimento favorito son las espigas, hojas de plantas caducifolias, brotes de coníferas, frutas, madera, huevos de aves y setas. De igual manera se nutren de insectos y larvas.
Las ardillas encuentran sus alimentos con apoyo de su nariz. Además, se considera que emplean pistas tales como la disposición de monolitos de troncos muertos, lo que indica una madera en desintegración. Así mismo utilizan la retentiva espacial de territorios en los cuales hallaron frutas en tiempo lejano.
Al igual que otros ejemplares de ardillas, aprovechan la estación de otoño para abastecerse de provisiones. Estos alimentos, los guardan en escondites entre las ramas y oquedades de las plantas y los consumirá en invierno cuando están menos abundantes y disponibles.
Esta ardilla vive en los boscajes resinosos o mixtos del norte de Europa y en toda la Siberia hasta el Extremo Oriente. Es en estas regiones donde construye sus nidos en lo alto de los árboles, empleando para ello ramas y hojas. En estos bosques abundan retoños y granos, hojas, cortezuela de abedules, hongos y bayas.
Tiende a ocultarse en grietas de rocas o en huecos de árboles donde, a menudo invaden los nidos de los pájaros carpinteros. Desconocen el sueño invernal. Se caracterizan por ser animales discretos, y no es fácil percibir su presencia.
Este habitar escondido está por demás favorecido por su actividad nocturna y su timidez. También la favorece su tonalidad, la cual se confunde con la de ciertas cortezas, en especial la del abedul.
Es nativa de América del Norte y Central, incluye 43 variedades. La más grande de todas es la ardilla voladora lanuda, Eupetaurus cinereus. Existen 3 especies de la clase Glaucomys: Glaucomys sabrinus, Glaucomys oregonensis y Glaucomys volans, que son nativas de Norteamérica. La ardilla voladora siberiana, Pteromys volans, es oriunda de ciertas zonas del norte de Europa.
Esta ardilla prefiere anidar en los montes de cualquier zona del mundo, pero primordialmente en los de América del Norte. Así como aquellos que van desde el mar Báltico hasta el océano Pacífico, pasando por la taiga rusa.
Cuando el macho desea rondar a la hembra se vale de su vuelo. Si este emociona lo suficiente a la hembra, es tiempo de iniciar o pensar en un nido. Para obtenerlo se valen bien de una pajarera dejada del hueco de un árbol e inclusive, hay parejas que los forman en algún granero.
Las hembras alcanzan la madurez sexual antes de cumplir un año. Su periodo de reproducción suele ser en la primavera. El huevo fertilizado crece en el interior de la hembra. En la mayoría de las especies existe un órgano especial llamado placenta, que se encarga de alimentar al embrión. Además, la mayoría son vivíparos.
La hembra es receptiva solo durante 3 horas, pero en este corto lapso se puede aparear con varios machos. En sí, el proceso de apareamiento real dura alrededor de un minuto. Termina cuando el órgano del macho sella la vagina con una sustancia. Esta funciona contra el esperma de otro macho que se aparee con la hembra después de que la pareja original haya tenido su turno.
El tiempo de gestación de la ardilla voladora es de 39 días, como máximo. Ya en la última etapa de la primavera o iniciando el verano llegan dos o tres crías. Estas nacen de un tamaño, un poco más pequeñas que las yemas de un dedo, ciegas, sin pelo e indefensas. Si bien, antes de que finalice el otoño, alrededor de unas diez semanas de nacidas, ya tendrán cierto desarrollo y podrán volar del nido.
La ardilla voladora es de respiración pulmonar. Inhala el aire por la nariz conduciéndolo hacia los pulmones; a través de la tráquea y la faringe llega a esos órganos. Aquí, el diafragma se contrae y se dilata hacia abajo. Al unísono, los músculos que están entre las costillas se contraen y suben.
Al final el aire ya utilizado será expulsado. Durante la exhalación, el diafragma se relaja y el volumen de la caja torácica merma, a la vez que la presión interna aumenta. Esto trae como resultado que los pulmones se contraigan y el aire sea expulsado hacia afuera.
El intercambio de gases, ocurre en los alvéolos pulmonares. Entra el aire nuevo y se expulsa el anhídrido carbónico. También intervienen en este proceso las membranas pleurales y el líquido pleural.
Las amenazas a las que está expuesta esta ardilla voladora obedecen, fundamentalmente, a fuertes adversarios como víboras, mapaches, lechuzas, linces y otros especímenes. En general, se ha establecido un alto índice de mortandad, especialmente en pequeñas ardillas.
Otra amenaza radica en la destrucción de su ambiente por efecto de la tala de árboles. No obstante, por ser tan extenso siguen teniendo suficiente espacios para vivir. Además se pueden descubrir ardillas voladoras en zonas patrocinadas. La UICN tiene clasificada a la ardilla voladora como especie no en riesgo.
Castro, Laura. (2021). Ardilla voladora. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/ardilla-voladora/
