En los siglos XV y XVI Europa es centro del arte y emergen en las ciudades formas propias de expresión. Italia se alza con un estilo pictórico primero clasicista y luego complicado, que tardó en concebirse en otros países. Más representó un renglón único y exquisito de la historia del arte: la pintura renacentista. La reaparición de lo clásico incluyó el uso magistral de técnicas y estilos conocidos, así como algunas innovaciones. Todo inspirado en un período que invitó al conocimiento, el dominio de las ciencias y la revolución del pensamiento.
La pintura renacentista es la representación del arte lograda en Europa en los siglos XV y XVI, período del Renacimiento. Se originó en Florencia, Italia, a finales del Medioevo. Retoma elementos del mundo grecorromano y adhiere a la clásica naturaleza nuevas técnicas y habilidades.
Su motivo central recurrente es la figura humana, perfecta, bella, idealizada. Refinamiento que se extiende a los paisajes y edificios introducidos en la escena. El uso magistral de la luz y el color dieron lugar a la perspectiva y la composición expresiva, con aires de sensibilidad.
La pintura del Renacimiento es figurativa. Trata temas religiosos como profanos, retratos, escenas mitológicas e históricas. Comienzan a verse paisajes representados con gran naturalidad.
La figura humana es el leitmotiv del arte. Las pinturas detallan la anatomía humana, hasta el punto de desvestirla. Surgen los desnudos.
Predomina el color sobre el dibujo o diseño. Las formas están dadas por la habilidad en el uso de luces y sombras. También en el manejo de la grisalla y el esfumado.
Muestran perspectiva. Los pintores de la época innovaron al dar a la pintura matiz, cuerpo o tridimensionalidad, mayor naturalismo.
La composición es la mayor parte del período equilibrada, simétrica. Varía con la llegada del Manierismo, etapa última del Renacimiento, caracterizada por las formas irregulares y fluctuantes.
El estilo pictórico es independiente, dinámico, difícil y expresivo. Conserva en parte el uso del dorado –heredado del Gótico- y termina agregando al cuadro escenas diarias que le dotan de existencialismo y elegancia.
Los cuadros aparecen firmados por sus autores.
Con la llegada del Renacimiento desaparecen los retablos y se hacen comunes las tablas y lienzos, soportes portátiles. Se continúan usando las técnicas pictóricas del fresco y el temple (de agua y de huevo), en este período alcanzan su cenit. Florece la pintura de caballete.
En el siglo XV los artistas prosperan a la par del arte y surgen algunas innovaciones, como el uso del temple a la goma y la pintura al óleo. El primero poco práctico por la rapidez del secado. El segundo un producto que con ligeras variaciones se mantiene hasta la actualidad.
Las técnicas del temple y el óleo coexisten en la pintura renacentista, inclusive llegan a utilizarse ambas en una misma obra. Los soportes como las técnicas pictóricas requerían una preparación dedicada para lograr el buen acabado de la pieza.
La pintura sobre tabla tuvo gran notoriedad en los siglos XV y XVI, sin embargo en algunas regiones fue remplazado por el lienzo. El motivo, el material era más económico, ligero y movible, además respondía a la demanda de pinturas de grandes dimensiones. El proceso para unir varias planchas de madera no dejaba de ser largo y tedioso.
El período renacentista significó la renovación del pensamiento, el racionalismo, la búsqueda de nuevos conocimientos. Estuvo marcado por cambios en los político, económico, científico y cultural. Primero en Italia y luego en el resto de Europa existió una gran producción de obras artísticas que dejaron testimonio de las transformaciones sociales.
La pintura renacentista se divide en varias etapas:
El Manierismo reinó las décadas últimas del Renacimiento. En principio imitó las grandes obras de la etapa que le precede, luego se reveló contra la belleza idealizada y el equilibrio. Presenta figuras desproporcionadas, de exagerados movimientos y variedad de texturas. Constituye un estilo erótico, tardíamente valorado.
La expansión de las formas renacentistas fuera de Italia fue flemática y no uniforme en el primer siglo. El Alto Renacimiento o Renacimiento Puro llega a España en el último cuarto del siglo XV y se extiende hasta mitad del siglo XVI. Sus características responden al tercio de la historia en el que se desarrolla el estilo pictórico.
En el primer tercio, que abarca parte del cuatrocientos, el arte es introducido en Valencia, Castilla y Andalucía. Comienzan a utilizarse de fondo las arquitecturas distintivas del Renacimiento y a trabajarse con más ahínco la luz. Más la pintura es afectada por el estilo gótico flamenco practicado para entonces. Constituye al final un estilo adaptable.
El segundo tercio, ubicado ya en siglo XVI, presenta una pintura renacentista purista, con algunas desviaciones flamencas. Destaca la temática religiosa, los artistas eran entonces protegidos por representantes de la monarquía. Se asoma vagamente el tenebrismo barroco.
En el tercer tercio se muestra una pintura de arraigo veneciano. Se trabaja dignamente el retrato. También se observan las figuras musculosas impuestas por Michelangelo.
El Renacimiento afloró en Italia, es su cuna y mejor escenario. La pintura en esta parte de Europa es una manifestación de arrojo, sensibilidad y humanismo.
Expresa el cúmulo de conocimientos movidos en la época, el estudio de la geometría, la matemática y otras ciencias se reflejó en el arte. Aparece el uso de la perspectiva lineal y la aérea en los cuadros, demarcada por la secuencia de luces y sombras. Es una pintura equilibrada, de medidas y realismo visual.
El Venecia adquiere además características particulares, se impone el color sobre el dibujo y gana protagonismo el paisaje.
En el Cinquecento destacan el claroscuro y el esfumado entre otras técnicas. Agregaban carácter nítido y/o difuso a la pintura, según el enfoque que se le daba. Abundan las obras religiosas y retratos de los miembros de la nobleza. Brilla en este período de la pintura Italiana el arte de Da Vinci, Rafael y Miguel Ángel. También el de Tiziano Vecellio Di Gregorio, este agregó a la pintura una sensualidad y movimiento que sirvió de base al Barroco.
En Inglaterra, como en Francia y otras regiones de Europa, el arte respondió a las líneas de la realeza. Era utilizado para la propaganda de los cortesanos. Es la época de los retratos.
Se avizoran retratos en miniatura –una novedad- y surge la miniatura conocida como Isabelina, en honor a la reina Isabel I. Obras caracterizadas por la delicadeza de las figuras, el manejo de los detalles en el vestuario y las joyas. En ocasiones decoradas por un orfebre.
La pintura flamenca se desarrolla a la par del Renacimiento. Como la concebida en Italia, la de Flandes trae consigo innovaciones, producto del progreso económico y social. Se caracteriza por el uso de colores brillantes y el detalle, inclusive en obras de grandes formatos.
Las escenas se desarrollan en espacios abiertos y o hacen evocación del paisaje, a través de la introducción de puertas y ventanas en la pintura. Se trata de un paisaje de formas imprecisas, alejadas de la realidad.
La pintura renacentista flamenca es una composición simétrica y de escasos movimientos. Se contrapone a la ciencia y la razón –vertiente italiana- e impone la espiritualidad. Una particularidad de la pintura flamenca fue el retrato de menos de medio cuerpo, ligeramente de lado, sosteniendo una alegoría en sus manos. Estilo poco aceptado en la época.
Dentro de la pintura renacentistas destacan los siguientes autores y obras:
Castro, Laura. (2020). Pintura renacentista. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/pintura-renacentista/