Los organismos en, especial el ser humano, precisa de componentes que le hagan funcionar cabalmente. Éstas son conocidos nutrientes y se bifurcan en dos categorías: macronutrientes y micronutrientes. Los primeros se consumen en gran cuantía, y su función principal es dar energía al cuerpo. Los segundos deben ingerirse en pequeñas proporciones, pero de forma permanente. Ambos se consideran de gran valor para la ejecución de distintas funciones metabólicas. Ningún alimento por sí solo los contiene o abarca todos los grupos. Por ello se recomienda, enfáticamente, adoptar un régimen alimenticio bastante equilibrado y variado, abundante y lleno de ellos.
Los micronutrientes son moléculas que se ingieren en poca cantidad, pero son precisas para la existencia de la vida. Se reciben a través de los comestibles, por lo que la mayoría de las personas logra mantenerlos en las proporciones adecuadas para garantizar su correcto impacto en las funciones metabólicas. Dentro de ellos destacan las vitaminas y minerales, y son esenciales para el sustento del hombre y de los animales. En la alimentación del ser humano se demanda diariamente una suma menor a los 100 miligramos.
Los micronutrientes son imprescindibles para los seres vivos. Si faltan no podrían realizar los múltiples desarrollos bioquímicos y metabólicos, y morirían. Sin embargo, se precisan solo pequeñas dosis de ellos.
Realizan significativas situaciones catalizadoras en la asimilación. Entre ellas la de cofactores enzimáticos, al ser pieza de la disposición de cuantiosas enzimas y la de conjuntos prostéticos o acompañantes, conocido como coenzimas. De esta forma construyen tejidos medios y mantienen las funciones principales del cuerpo.
Incluyen las vitaminas y los minerales. Estos últimos comprenden, a su vez, a los inorgánicos y oligoelementos que son requeridos en una porción aún menor. Es necesario recordar que sin el aporte necesario de vitaminas y minerales el ser vivo agonizaría, algunos no es necesario que se proporcionen diariamente.
Son ejemplos de estos, las vitaminas A y D o B12. Ellas logran conservarse en el hígado y cubren las insuficiencias en etapas mayores a un año. Lo ideal es consumirlas mediante la alimentación.
Existe una correspondencia estrecha entre todos ellos y se complementan sinérgicamente. De esta forma afrontan con efectividad el papel benéfico de la nutrición, asimilación, salud y placer del ser humano.
Los vitamínicos son solubles en agua y grasa. Mayormente, se consumen en las comidas y son básicas en la reacción metabólica del organismo. Su oficio, en sí, puede ser muy variado: De portador, cofactor de reacción, emisario y otros. Algunas de ellas, poseen propiedades anti oxidantes, como: la vitamina A, C y E, muy benéficas para el cuerpo.
Los minerales, entre ellos, el fósforo, sodio, magnesio, potasio y calcio se obtienen en las provisiones como sales; son necesarios para la vida de los átomos, órganos y en especial, el cerebro. Frecuentemente son coenzimas, lo que representa, que determinadas enzimas no funcionan sin la presencia de estos.
Los oligoelementos, flúor, yodo, hierro, cobre, cobalto, cloro, zinc, selenio, y manganeso, son unidades del tejido. Intervienen en la acción de hormonas y enzimas. Su aporte debe ser frecuente. Los poli fenoles, flavonoides y carotenoides, como los vegetales y frutas, auxilian en el resguardo de las células, contra ataques diarios, por ejemplo el estrés.
Los micronutrientes, no se requieren en abundancia, pero no debe prescindirse de ellos. Son componentes principales, en especial para que los huesos, el cerebro y cuerpo se conserven fuertes.
Así como la leche o lactancia materna, hay que consumir una combinada pluralidad, que sea abundante en nutrimentos. Esta es la forma perfecta de que niños, adultos y ancianos los obtenga en su dieta.
Desempeñan esencialmente tres funciones en el cuerpo: Suministran la energía necesaria para efectuar las acciones cotidianas. Se encargan de compensar y renovar el organismo. Y regularizan las reacciones químicas producidas en las células.
En este grupo se hallan los siguientes:
El contraste entre vitamina y mineral, estriba en que las primeras proceden del entorno vivo. Es decir que determinadas plantas y algunos animales pueden producirla. Al contrario de los minerales, que proceden del entorno muerto. Deben ser agregados solo por medio del consumo de alimentos.
El consumo adecuado de micronutrientes es transcendental, principalmente, para niños pequeños, ancianos, y embarazadas. Actúan como ente fundamental para un crecimiento y progreso sano. Nivelan el metabolismo y el buen ánimo y aportan en la prevención de las enfermedades del corazón.
Los inorgánicos son básicos para ciertas funciones y procedimientos del organismo. Los mismos benefician, el sostenimiento de los tejidos y la retracción de la musculatura. Las vitaminas son claves para la labor celular y el correcto progreso del organismo. En conclusión, contribuyen al bienestar integral del ser humano.
Son agregados al cuerpo luego de ser digerido con los alimentos. Lo que implica que han de ser degradados material y químicamente. De esta forma sus elementos pueden ser absorbidos. Después de haber sido asimilados en el estómago, atraviesan la pared del sistema digestivo y van a la sangre.
Este proceso se produce esencialmente y con asombrosa competencia en el intestino delgado, a través de sus paredes. Es en el intestino donde se atrae el mayor importe de agua, minerales, azúcar, alcohol y vitaminas hidrosolubles.
Igualmente, se atraen los efectos de la digestión de macronutrientes como las proteínas, aceites e hidratos de carbono. Las vitaminas lipo solubles se sorben junto con los ácidos grasosos.
Los minerales se ubican en:
Las vitaminas se ubican en:
Si bien, los micronutrientes son nutrientes fundamentales, hay que consumirlos en su justa medida. Especialmente, si se habla de los minerales. Una desproporción de ellos, bien un exceso o un déficit, puede llevar a problemas con la salud. Ejemplos: el zinc en exceso puede ser tóxico y causar náuseas, vómito, cólicos estomacales; el hierro deficiente origina anemia.
No se considera que los micronutrientes engorden. Ciertos minerales y vitaminas se encuentran partícipes de procesos metabólicos. Pueden estimular la elaboración de leptina, conocida como glándula de la saciedad. Si su nivel en la sangre aumenta, envía una señal al cerebro de no comer más.
Desde otra perspectiva, se informa que, si los micronutrientes faltan, se puede causar variación en la genética, pero son transitorios y reversibles al mejorar la dieta, consiguiéndose así, una disminución del peso. Para impedirlo lo mejor es incluir en los menús: Zinc, Calcio, Vitamina A, Vitamina C, Vitamina D esto se logra tomando sol por unos 5 a 10 min diarios.
Es necesario tener siempre presente que el secreto para alcanzar el peso correcto, es lograr un balance en la alimentación. La misma debe estar combinada por los conjuntos: vegetales, cereales, albúminas y lácteos, que contienen todos los nutrientes requeridos.
Existen micronutrientes principales que deben incluirse en una dieta cotidiana. Para cumplir con las exigencias, destacan: Las vitaminas, que promueven la actividad fisiológica correcta. Entre ellas están las lipo solubles, que se consumen con las comidas con grasas. Es decir, como las A, D, E y K.
De igual modo están las vitaminas hidro solubles. Se pueden disolver en el H2O, entre ellas están las B1, B2, B3, B5, B6, B7, B8, B9, B12 y la vitamina C. Los minerales, como el hierro, el zinc, el cobre y el magnesio. Entre ellos se localizan los oligo elementos, como el yodo, el cobre, el selenio, el flúor. También, en nutrición, se consideran otras clases de micronutrientes. Es el caso de las siguientes familias:
Ramos, Marlene. (2021). Micronutrientes. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/micronutrientes/