La vitamina C es uno de los antioxidantes naturales más provechosos para el organismo. Pero sus bondades van mucho más allá. El crecimiento y funcionamiento normal del cuerpo depende, en gran medida, de esta sustancia. Los huesos, la piel y el tejido cognitivo se benefician de esta sustancia esencial para niños, embarazadas, adultos mayores, fumadores, pacientes postoperatorios y víctimas de quemaduras. Si te interesa conocer más sobre sus aplicaciones, beneficios y modos de obtención, sigue leyendo el post.
En el desarrollo y crecimiento normal del ser humano, los animales y las plantas, actúa un nutriente esencial conocido como vitamina C. Su acción antioxidante favorece notablemente el funcionamiento del sistema inmune y previene el llamado envejecimiento prematuro. La falta o deficiencia de ésta, genera una afección llamada escorbuto que ocasiona, entre otras cosas, hemorragias cutáneas, gingivitis, anemia y debilidad generalizada. Su ingesta puede ser por vía oral o tópica, y en el ramo de la ciencia es conocida además como ácido ascórbico.
Definir las características esenciales de la vitamina C ayuda a comprender el alcance de sus bondades. Algunas de estas son:
El material recabado sobre las funciones de la vitamina C es bastante amplio, pero varios expertos coinciden en estos señalamientos:
Básicamente, la vitamina C se encuentra de forma natural o sintética. La primera se consigue en verduras y frutas de consumo habitual. Mientras, la segunda, se concentra en suplementos alimenticios que, por lo general, se recetan para complementar las dosis diarias requeridas, especialmente cuando hay condiciones médicas que así lo ameriten.
A través de una reacción química en los laboratorios, la vitamina C sintética se obtiene de dos maneras: ácido D-ascórbico y ácido L-ascórbico. Solo esta última es asimilada correctamente por el organismo.
Ahora bien, tanto la natural como la sintética son químicamente idénticas, por lo que cumplen las mismas funciones y aportan los mismos beneficios. Las dos son de fácil ingesta, solo varía su presentación. La natural se consigue mediante la dieta, y la sintética se halla en cápsulas, polvos y liposomas.
Los polvos, por ejemplo, tienden a ofrecerse en frascos de 500 g a 1 kg. Son ideales cuando se necesita medir con certeza la toma del producto o simplemente para cubrir requerimientos familiares.
En tanto, las cápsulas son perfectas para transportar a cualquier lugar, sin exigir un cálculo exhaustivo. Basta con seguir las recomendaciones clínicas sobre las dosis, y la diferencia horaria entre una toma y otra.
Por último, la vitamina C liposomal es una solución soluble en agua que consta de liposomas o diminutas burbujas que se crean a partir de fosfolípidos que facilitan el tránsito de los agentes activos de la fórmula, hasta las células y los tejidos. Para las personas con fragilidad intestinal, es una buena opción.
Como se dijo anteriormente, el cuerpo humano no tiene la habilidad de generar vitamina C por cuenta propia. De allí la necesidad de incluir alimentos que proporcionen las dosis requeridas de este compuesto, para garantizar el cumplimiento de sus funciones vitales en el organismo. Algunas opciones son:
El consumo diario recomendado de vitamina C depende del sexo y la edad de la persona, así como de ciertas condiciones como el embarazo o la ingesta de tabaco. Para obtener los requerimientos básicos, es importante asumir una dieta equilibrada con productos ricos en dicha vitamina. No obstante, se podrá recurrir a los suplementos cuando sea realmente necesario.
Los fumadores podrían requerir unos 35 mg más al día.
La vitamina C es una de las sustancias de mayor demanda en la población mundial. Desde los primeros años de vida es recomendada médicamente, para la prevención o tratamiento de afecciones comunes como la gripe. Pero también, de otras patologías relacionadas con la polución ambiental, el consumo de tabaco, la ingesta de alimentos tóxicos, el estrés y la deficiente ingesta de frutas y verduras.
Para los deportistas representa un nutriente de gran importancia, por sus diversos aportes. Y es que una correcta ingesta de vitamina C favorece la síntesis del colágeno, un compuesto fundamental para el mantenimiento de tendones, cartílagos y músculos. Como si fuera poco, potencia su ritmo metabólico y libera la carga de estrés físico y mental asociada con la práctica profesional de cualquier disciplina deportiva.
Los beneficios de la vitamina C están estrechamente relacionados con sus funciones y sus aportes. Tras centenares de estudios clínicos y científicos, se ha demostrado que esta sustancia protege el tejido conectivo, evita afecciones degenerativas como cáncer, demencia, artrosis… y previene patologías cardíacas que ponen en riesgo la salud del ser humano.
Al facilitar la absorción de otros minerales y vitaminas, también disminuye los riesgos de desarrollar polio y hepatitis, protege la musculatura y acelera los procesos de cicatrización.
Consumida de forma oral o tópica, mejora considerablemente la apariencia y salud de la piel. Por el día combate los daños del sol y los radicales libres, y por la noche favorece la síntesis del colágeno, una proteína que hidrata la epidermis, reduce las marcas de acné, corrige la flacidez y las líneas de expresión, y retrasa otros síntomas del envejecimiento.
En general, la vitamina C es muy apreciada en el mundo de la cosmética. Infinidad de productos capilares la incluyen en su lista de ingredientes. Y esto obedece a su “capacidad” para impulsar el crecimiento de la hebra, impedir la caída, aportar brillo y luminosidad, contrarrestar la deshidratación, frenar la decoloración y nutrir profundamente las fibras del cabello. Gracias a ello es posible lucir un pelo brilloso, sedoso, luminoso, manejable y saludable.
Las contraindicaciones de la vitamina C son muy puntuales y se resumen a las personas con:
Aunque sus bondades parecieran ser numerosas, es preciso controlar su consumo. La vitamina C en demasía, puede desatar síntomas como diarrea, náuseas y dolencias generalizadas. Además, podría interferir en la acción de determinados medicamentos. Lo más conveniente, es consultar a un especialista, para determinar las dosis adecuadas para cada paciente.
Ingerida de forma correcta, la vitamina C, por sí misma, no tiende a engordar. Al contrario, puede favorecer la disolución del tejido adiposo, siempre que se combine con una buena rutina de ejercicios y una alimentación balanceada. Productos como la piña, la fresa, la papaya y la naranja, que son ricos en vitamina C, ayudan a liberar líquidos, saciar el apetito y combatir el estreñimiento. Todos aspectos esenciales para promover la pérdida de peso.
Castro, Laura. (2022). Vitamina C. Recuperado el 22 de febrero del 2024, de Faqs.Zone: https://faqs.zone/vitamina-c/